viernes, 19 de junio de 2020

LA REBELION DE LOS TOPOS

Esta interesante novela corta de tema futurista, fue escrita por Adam Surray ( seudónimo de José López García  escritor  gallego de nacimiento pero valenciano por adopción, nacido en La Coruña el 7 de mayo de 1943) y  vio la primera luz  en el marco de la colección La Conquista del Espacio, publicada por la Editorial Bruguera, distribuida en los quioscos de España y América Hispana entre 1971 y 1985. 


Se le asignó el número 633 de la colección, y una portada, que no guarda una relación directa con el tema de la obra, dibujada por el artista Miguel García. Tiene tapa flexible, y está impreso en el formato habitual en los bolsilibros , 15 x 10.5 cm u octavo mayor si se quiere ser más castizo con la denominación.



Vamos a dividir la reseña de este bolsilibro en diferentes secciones para que el lector de la misma se haga una idea fidedigna del mundo que va a visitar. En primer lugar presentaremos el contexto en el cual se desenvuelve la acción


Estamos en un mundo devastado por una catástrofe ecológica (aunque también se le achaca a la guerra un poco de responsabilidad por la penosa situación en la que ha quedado la superficie del planeta ) que ha obligado a que la buena parte de la población de las ciudades se refugie en el subsuelo para huir de la contaminación imperante en el exterior.


Pero si queremos definirlo con precisión bien vale servirse de lo que dice el protagonista de la novela, el apuesto treintañero Keenan Arnold, un ingeniero de video sonido, justo en el primer capítulo de la obra: « Se rompió el equilibrio de la biosfera  y todo se fue al diablo. El hombre obligado a retornar a las cavernas. A vivir en ciudades subterráneas»


El régimen que gobiernas esas comunidades enclavadas en el subsuelo se hace llamar la Autocracia, y ha prometido que a sus ciudadanos que esa clase de vida será temporal, y que el retorno a la superficie se hará efectivo pasado medio siglo de la catástrofe antes dicha, pero en vez de eso traiciona su palabra e «incrementa los impuestos, obliga a una mayor jornada laboral , pide sacrificios a la población. Dedican parte del presupuesto a la fabricación de armas para dominar al pueblo, y solo están acondicionando ciudades en el exterior para albergar a unos pocos»  nos dice Gladys Gillys, bella veinteañera y convencida activista de Los Libertadores, una organización clandestina que busca la vuelta a la superficie de los habitantes de las ciudades subterráneas, y que han surgido a consecuencia de aquella promesa  incumplida por el régimen de unos  futuristas  Estados Unidos recreados debajo de la tierra.


Los Libertadores presumen que la Autocracia no pretende la vuelta de toda la ciudadanía a la superficie, sino tan sólo el retorno de un grupo selecto, y por tal motivo buscan realizar una incursión en el exterior para  demostrar la salubridad del mismo, y al mismo tiempo llamar la atención de la población enclaustrada sobre tal hecho   mediante una emisión televisiva.

La rebelión de los topos nos ofrece el retrato de un mundo súper tecnificado en el cual existen ciudades cupuladas preparadas para resistir las inclemencias del subsuelo, pero no sólo hacen eso, van mucho más lejos pues dentro de aquellas cúpulas prospera una tecnología modernísima. Disfrutan en casa de  television y video visores, y fuera de ella de  automóviles turbopropulsados, y una compleja red de carreteras urbanas que se vale de túneles y plataformas de descenso para aliviar el tráfico durante las horas punta.


Esas carreteras están repletas de buses-plataforma y por  los túneles corren veloces  turbo trenes. Asimismo la llamada Autocracia equipa a sus agentes con armas potentes capaces de poner raya a la violencia doméstica encarnada en las bandas de gamberros juveniles como las Ratas Negras o los Hermanos del Averno. Y esas armas son los revólveres multifuego, los tubos lanza gases o los rifles con bocacha los cuales otorgan mayor precisión al proyectil cuando abandona el cañón.


Incluso este mundo enclaustrado se da el lujo de desarrollar un modernísimo vehículo  denominado Kapt-SMV, el mismo que posee la capacidad de transportar un dispositivo que puede desplazar las moléculas de la materia, eficaz a la hora de perforar la tierra y abrir túneles,  además de producir planeadores aptos para el vuelo en el cielo de aquella superficie tan temida y anhelada al mismo tiempo para los personajes de esta novela corta.


La novela comienza con una escena de flirteo entre el joven ingeniero de video sonido Keenan Arnold ( el cual asumirá el protagonismo de la novela) y Gladys Gillis, una joven y vehemente activista de Los Libertadores. Si bien ambos jóvenes se profesan una mutua simpatía que todavía no llega al amor, la razón de su acercamiento no ha tenido un sustrato plenamente romántico, pues Gladys pretendía convertir a Arnold en un prosélito más de su movimiento libertad, pero no consigue nada pues el joven ingeniero está más que contento del estado de cosas en el cual ha vivido toda su vida. Es más Arnold se burla del acicate romántico que impele las ganas de ver el exterior de la joven libertaria. Gladys quiere sentir en su piel «las caricias del sol, ver el cielo azul y el parpadear de las estrellas» cosas que la nena ha visto en cintas de video que rememoran el pasado del planeta antes de la catástrofe, y lo contrapone con los logros concretos de la civilización subterránea, los cuales son visibles a simple vista para un ciudadano de a pie.

« Habitamos en ciudades maravillosas , modernos jardines, parques, fuentes, iluminación que en nada envidia a la del Astro Rey» En resumidas cuentas, no hay acuerdo alguno entre ambos y Gladys le confiesa que lo contactó para que emitiera una transmisión no autorizada anunciando a la población la atrevida que ella y sus jóvenes compañeros pretendían realizar. Arnold pretende disuadirla hablándole de la formidable tecnología que se ha dispuesto para evitar fugas. « Toda vía de esta super controlada por sofisticados mecanismos de seguridad, y una legión de polirrobots dificilmente sobornables. Aquello es un castillo inexpugnable, más de un imprudente ha perecido al aproximarse a zonas prohibidas que limitan con los bloques de seguridad de California Sub»


Gladys sale del apartamento de Arnold, y se pone a los mandos de su pequeño auto biplaza, y empieza a desplazarse hacia otro sector de California Sub, justo aquí el autor nos describe un momento de la agitada vida de aquella urbe « El tráfico era bastante intenso. Todos los servicios de plataforma y turbotren a rebosar. Plataformas, pasillos deslizantes y túneles móviles en pleno funcionamiento. Había terminado la jornada laboral» Como vemos la estampa no difiere mucho de la de cualquier ciudad moderna. 


Gladys acude a una cita con un grupo de jóvenes miembros de Los Libertadores que le acompañaran en su aventura en el exterior. Todos ellos están presentes menos uno, un tal Dany Ireland. el cual es sometido a tortura por Sean Crichton, un sádico oficial que pertenece al odiado Departamento de Control y Seguridad ( DCS), y termina revelando los planes de los osados jóvenes.. Con esta información el malvado Crichton  y sus agentes se presentan sorpresivamente en el apartamento donde se realiza la reunión. Como era de esperar los jóvenes oponen resistencia, lo que da pábulo a que Crichton les de muerte de una manera asaz cruel. « Surgió el fogonazo del arma empuñada por el oficial. El revólver multifuego accionado para su máxima capacidad destructiva. De ahí que el cuerpo de Karl Ritter quedara destrozado. Acusando el brutal impacto del multiproyectil explosivo. Cayó reventado, desmembrado, salpicando sangre y restos humanos todo el mueble»


El sangriento festín prosigue cuando Crichton vuelve a disparar su potente arma de fuego contra otro miembro de Los Libertadores, un muchacho llamado Ralph Benton el cual resulta también desmembrado por obra de otro proyectil de las mismas características. A continuación los esbirros de Crichton defenestran a una muchacha llamada Leila Ruston, mientras el susodicho aturde a Gladys con un golpe de su porra eléctrica , para luego violarla sin mayores miramientos.

«Gladys yacía inerte. Los ojos cerrados. Los labios fuertemente apretados. El rostro bañado en lágrimas por el dolor y la impotencia y la humillación. Los brazos en cruz, las piernas brutalmente abiertas»


Páginas después, Arnold recibe la visita de un par de agentes del DCS, una vez adentro los infames esbirros vestidos de negro le piden su cédula de identidad, como no la tiene van a buscarla hasta su dormitorio, y un agente la encuentra dentro de un cajón, pero eso no resulta suficiente, y los policías le piden que los acompañe. Arnold pregunta si irá en calidad de detenido, y eso da pie a una nueva exhibición de brutalidad policial.


«La súbita reacción de los dos policías sorprendió a Arnold. Uno de ellos le inmovilizó por los brazos permitiendo a su compañero descargar dos violentos puñetazos en el estómago de Arnold, quien cayó encorvado. Apenas entró en contacto con el suelo recibió un patadón en el vientre. Abrió desmesuradamente la boca falto de respiración»


Curiosamente la cédula de identidad que tanto maltrato le causó prueba, una vez ingresada, en el Ordenador Central que Arnold es un ciudadano modélico que responde las preguntas de Crichton sin inmutarse, dejando claro que su vínculo con la difunta  Gladys no ha llegado al extremo de conspirar contra la Autocracia. Y decimos difunta porque el susodicho es conducido a un vanguardista depósito de cadáveres para identificar el cuerpo de su idealista amiga.


«Se abrió la plancha cuadrangular de la pared y por el carril salió el ataúd. Un ataúd de vidrio transparente envuelto en gélido vaho. Arnold continuaba con los ojos fijos en el ataúd. Gladys Gillis ¡ Era Gladys! Aquel cuerpo apaleado, surcado de negruzcas señales. Su suave piel aparecía ahora atezada. Los muslos renegridos.»


Arnold estampa su firma en el documento que el malvado Crichton le extiende, dando fe del deceso de la infortunada Gladys, mientras aquel adalid de la justicia subterránea le informa sobre las violentas muertes que han sufrido los compañeros de Gladys como si intentase disuadir a Arnold de seguir el mismo camino, cosa que evidentemente no consigue, pues el joven ingeniero ahora empieza a identificarse poco a poco con los ideales de aquel grupo de jóvenes reprimido por la dura mano de DCS.


«Había estado ciego. Ajeno a todo. Indiferente.Enterrado en su cáscara de placeres y comodidades. Ignorando a cientos de Gladys que habían perecido bajo el despotismo de la DCS. Solo por defender una idea, por desear un mundo mejor»


Al rato, Arnold regresa a su apartamento y se encuentra con un inesperado comité de bienvenida, Barry Jansen, Guy Sutherland y Goldie Moore ( la cual sustituirá a la fallecida Gladys Gyllis como el interés romántico del protagonista), el cual acusa de traidor al joven ingeniero de videosonido. Sin embargo, una oportuna habilidad para la pelea pone las cosas a favor del acusado, el cual logra desarmar a los supuestos justicieros, y les cuenta la triste suerte que corrieron sus compañeros a manos del crudelísimo Sean Crichton, a pesar de eso Goldie no le cree e insiste en que sea ejecutado, para convencerla de lo contrario Arnold recurre a un acto ciertamente dramático:


«Keenan Arnold se aproximó a la muchacha. Arrojó a sus pies el revólver 

—Ya he terminado de hablar, Goldie ¿quieres mi muerte? ¡ Adelante! Mi delito no es de la traición, sino el del cobarde»


Goldie empuña el revólver pero no se siente capaz de disparar, y Arnold termina incorporándose a las filas de Los Libertadores. Lo reseñado hasta aquí equivale a la mitad del contenido de la misma, e invitó al lector interesado para que se anime por sí mismo a desentrañar los acontecimientos que se suceden a partir de aquí. 


Cómo se habrán dado cuenta el protagonista de la acción, es decir Keenan Arnold, es el personaje que más cambia conforme se van pasando las páginas de esta amena obra de evasión. Al principio se muestra tibio e indolente, pero las muertes ciertamente crueles que sufren Gladys y sus camaradas son suficientes para hacerlo cambiar de opinión, y dejar su cómoda posición de súbdito del régimen para convertirse en un activo opositor a la mendaz Autocracia que ni siquiera pretende una vuelta a la superficie, sino una emigración de su élite hacia otro planeta, abandonando la Tierra a las personas menos favorecidas de las ciudades subterráneas, y los bárbaros mutantes que pueblan la superficie, cosa que nuestro héroe descubre después de dar una vuelta por la superficie de un planeta renacido, pero bárbaro que Los Libertadores anhelan controlar de nuevo, como lo anuncia la voz del enérgico Arnold en unos de los párrafos finales de la novelette.


Como se trata de una novela corta el autor no tiene tiempo de echar un buen vistazo al régimen de la Autocracia, apenas se nos da el nombre de su presidente un tal Gene Shatner, más bien la mirada del autor pone el acento en la crueldad de la policía de aquel régimen, y resulta más que obvio que sus excesos sirvieron de mucho para que el protagonista tome partido por Los Libertadores.( ya habrá tomado nota el lector que el protagonismo de las escenas de crueldad explícita están protagonizadas por el oficial Sean Crichton)


Otra cosa que hay que resaltar de la obra es la cuota de «soft erotismo»  que despliega. En esta novela no hay ancianos, el personaje más viejo es Jonas Gielgud, un hombre de cuarenta años, líder de Los Libertadores, los demás son jóvenes,y las chicas por supuesto son hermosas y están vestidas de una manera super sexy como para calentar la imaginación del que lee, y para justificar la advertencia de SOLO MAYORES DE 18 AÑOS que aparece en la borde inferior de la portada ( no está de manos recordar que se vivían los tiempos del destape en España, hay que poner atención a que esta novela se publicó sólo ocho años después de la muerte de Franco)  Eso sí sin llegar a convertirse en el centro de todo como ocurre en las obras escritas por Joseph Berna, otro escritor de la escudería Bruguera y amigo personal de Adam Surray.


Me parece que esta obra, como las otras salidas de la pluma de este autor, se leen con rapidez y sin tropiezos. La trama fluye ante nuestros ojos de una manera realmente gráfica.Sus descripciones son cortas y precisas, y las cosas generalmente discurren en función a la trama, dejando poco espacio para las digresiones en los párrafos, aunque me parece que el libro no enteramente redondo debido a que los autores que escribían para Bruguera se hallaban tiranizados por la limitación de espacio que tenían estas obras, de las cuales tenían que entregar entre cuatro y seis al mes, según como estuviera redactado el contrato que tenían con la editorial del gato negro. Algo que se nota por el final algo apresurado que el autor le da a esta obra en particular.


Normalmente, los autores que entregaban originales a Bruguera no vinculaban las tramas de sus historias por decisión expresa de la editorial, o para decir en una palabra las obras tenían que ser autoconclusivas, pero en ocasiones ( y ésta es una de ellas) el autor se permitía transgredir esta prohibición haciendo guiños en alguna de sus obras anteriores en una que iban a entregar . Y precisamente esto sucede en «La rebelión de los topos», la cual comparte ciertas cosas en común con otra novelita del mismo autor titulada «Alí Babá y los cuarenta marcianos», las cuales mencionaremos para no dejar intrigados a los que lean esto: el mundo subterráneo, y la mención de un conflicto larvado con una superpotencia que no es otra que la vieja Europa.



















 


lunes, 15 de junio de 2020

EL ATAQUE DE LOS AVIONES SIN PILOTO.

1. Un invento novedoso llega a las manos de Sir George.


Soy George Summerscale y la opinión pública me considera el culpable de que nuestra isla (especialmente la parte oriental de la misma) haya conocido una invasión en regla casi ochocientos cincuenta años después del arribo de las huestes normandas a las playas de Sussex  con el duque Guillermo  a la cabeza. Esta vez el secuaz de otro Guillermo, que para colmo es nieto de nuestra amada y recordada reina Victoria   ha osado hollar con sus botas, y las patas de los horribles monstruos que lo siguen nuestra sagrada tierra cometiendo las tropelías propias de un bárbaro, que para nada sigue las prácticas de la guerra civilizada.



Sabemos que el infame coronel alemán que dirige esta osada expedición ha abandonado sus cuarteles generales en Dover , para instalar sus reales en la isla de Sheppey tal como alguna vez lo hicieron los holandeses. Dicha ínsula se encuentra en la desembocadura del Támesis y no demasiado distante de Londres, creo que no hace falta ser vidente ni zahorí para darse cuenta de que el súbdito de Guillermo está tramando un lanzar un ataque de bombardeo contra la City, no sabemos si con armas convencionales o aquellas terribles bombas que pude ver en acción en aquel campo de batalla sito en las fronteras orientales de Prusia. Como medida de precaución  la Royal Navy ha destruido  el puente ferroviario de Kingsferry que une la isla invadida con la costa oriental de Kent en previsión de una posible incursión terrestre del enemigo.


El caso es que la misma prensa que me ensalzó tanto hace algún tiempo atrás se ha encargado de fomentar una campaña de desprestigio hacia mi persona, presentándome como un inepto ante las masas que compran sus periódicos en los quioscos, semejante propaganda ha evitado que pueda reclutar nuevo personal que reemplace a los que dieron su vida por la patria en aquellos infames túneles donde las extrañas huestes que ese malhadado germano tiene a sus órdenes, pero si bien he perdido un poco el favor del hombre de la calle no ha ocurrido lo mismo con la gente creativa que siempre necesita de un banco de pruebas para demostrar la utilidad de sus invenciones.


Y precisamente gracias a la fértil inventiva de mister Sperry podré tomarme un sabroso desquite sobre la infame mezcla de hombres y bestias que han mellado el orgullo nacional. Gracias a su fantástico giroscopio y al generoso apoyo del Royal Flying Corps he conseguido que se me otorgue el control de una escuadrilla integra de cazas De Havilland con hélice tractora, los cuales me acompañaran en la misión sin necesidad de estar pilotados, los mismos serán los primeros aviones no tripulados que entrarán en acción, lo cual quiere decir que someteré la validez del concepto a su prueba de fuego y arriesgaré mi propia vida para demostrarlo.


Sin duda la innovación  de mister Sperry permitirá ahorrar vidas, aunque en contraparte  el control de toda la misión recaerá sobre mi persona, pero en vez de asumirlo como un trabajo hercúleo me parece que es la oportunidad perfecta para reivindicarme ante los ojos de la opinión pública y los altos mandos militares del Imperio Británico.


Los seis cazas que intervendrán en la operación son convertidos al estándar requerido por las especificaciones técnicas en su fábrica de origen, ahí se enlazaran las superficies de control de los mismos con una brújula y un giroscopio direccional  instalados en el tablero de mandos.Un computador analógico me permite supervisar el proceso simultáneo en todos los aviones que participarán en el ataque, sin excluir el tripulado por mi mismo. 


Mi rutina de entrenamiento consiste en trasladarme a diario al condado de Hendon,para practicar el ametrallamiento de objetivos situados en tierra en el aeródromo que la compañía fabricante posee ahí. Es necesario que me acostumbre a controlar seis aviones al mismo tiempo, y a sincronizar el disparo de las ametralladoras que montan en sus proas  para causar el máximo daño en los hangares y en los cuerpos de los rivales que prestan servicio ahí.


Poco a poco me voy adaptando a la enorme sensación de poderío que otorga manejar esos aparatos como si fueran partes de mi propio cuerpo, y la confianza en lograr el objetivo que me he impuesto aumenta cada vez más. Inglaterra volverá a tener fé en mi.


2- Contacto visual con el objetivo.


Vuelo a cinco mil metros de altitud, que es la máximo techo de servicio que estos cazas pueden alcanzar y no he hallado traza de ningún avión alemán. Eso fortalece mi ánimo y me indica que la incursión del vándalo germano tiene un carácter eminentemente táctico, y que no pretende más que conseguir objetivos puntuales que obviamente debo evitar. Ahora desciendo un poco, es momento de avistar el terreno. Los seis aviones a mi cargo obedecen dócilmente mi instrucción y se comportan con suma eficiencia. lo cual habla muy bien sobre la calidad del sistema y del mantenimiento que los técnicos de De Havilland le han dado antes de embarcarme en esta misión.

La isla es llana y no demasiado extensa, y se despliega  como una vasta llanura verde con pocos accidentes geográficos prominentes, por tal motivo no deberá ser dificultoso dar con los objetivos que debo batir, y más aún cuando sé a ciencia cierta  los alemanes no se han preocupado de ocultarlos mediante alguna elaborada operación de camuflaje. Tanta confianza en su buena estrella no es saludable en ningún comandante a cargo de una fuerza armada sea grande o pequeña, es más ni siquiera ha desplegado globos cautivos en torno al aeródromo para proteger la zona de potenciales ataques aéreos.


La verde continuidad que prosperaba ahí abajo se rompe de repente. La mano del hombre ha intervenido en la naturaleza y no para mejorarla. Unos grandes arcos metálicos se alzan sobre un terreno despojado de verdor, los reconozco claramente: serán las puertas de los hangares que acogerán a los dirigibles enemigos.


De golpe vislumbro el plan del vándalo, y eso me hace cobrar bríos necesarios para emprender el ataque que borrará del mapa a sus pretendidos ejecutantes..Mantengo mi caza en vuelo recto, pero acciono la palanca de mando común y ordenó  a  los aviones que componen al resto de la escuadrilla que desciendan al unísono para ametrallar en rasante todo lo que se ponga al alcance de las ametralladoras Lewis. Mi ira se traducirá en la muerte de los vándalos y sus secuaces bestiales, las ametralladoras abrirán fuego hasta que la munición se acabe y los cañones se recalienten, entonces será el momento de arrojar las bombas que complementarán la faena.


Abajo se desarrolla un espectáculo extraño, veo algo que parece una jaula, y mucha gente a su alrededor formada en filas como si fueran el público de algún extraño espectáculo, pero la estampa no se queda ahí, y mis ojos se topan por vez primera con las bestias que los germanos han llevado consigo. Son de color verde y parecen grandes sapos que van saltando hacia esa especie de gigantesca caja rectangular cuyo contenido desconozco, y  ahora no tengo tiempo de averiguar. Mi tarea es eliminar todo lo que se mueva y manifiesta hostilidad hacia mis gloriosos aeroplanos.


Mis aviones descienden, la tela que recubre las alas cruje por el esfuerzo, las balas empiezan a brotar de los cañones de las ametralladoras, y una oleada de pánico se esparce ahí abajo entre las personas que esa estructura cuadrangular; entonces todos gritan  y buscan refugio en cualquier parte, con ganas de esconderse de la amenaza recién bajada del cielo, es lógico que teman por su vida pues las balas disparadas a mansalva no respetan nacionalidad ni rango. Por tal motivo me veo obligado también a volar a baja altura para  comprobar los daños que se han ocasionado durante la misión.


Una bestia yace acribillada y pegada a los barrotes de la jaula, con la cabeza literalmente agujereada por los proyectiles, más allá vislumbro los cuerpos yacentes de unos cuantos hombres desnudos que también han caído víctimas de proyectiles hechos en Inglaterra, más allá los efectos de la carnicería también se hacen patentes en las bestias verdes de grandes fauces y largos tentáculos que también yacen despedazadas sobre la pista de aviación.


Las balas tienen una potencia destructiva muy grande, desde mi avión me doy cuenta de que me difícil controlar el ametrallamiento desde unas plataformas de ataque remotas y sin visores especiales para controlar el efecto de las andanadas. Veo a un soldado alemán que me apunta con su máuser y abre fuego sobre mí pero los nervios le hacen fallar el tiro y salgo ileso del ataque. El no tiene tanta suerte, y la ráfaga multifuego de otro  De Havilland lo acribilla haciendo que su cuerpo literalmente estalle en pedazos.


A pesar de la sorpresa, la resistencia de los alemanes es empecinada, no tienen ametralladoras pero los que siguen abriendo fuego contra mis aviones con sus fusiles de cerrojo, mientras que el oficial  que los comanda se sirve de una pequeña máquina dotada de un teclado que manipula nerviosamente  al parecer sin un objetivo claro.


De pronto una de aquellas  bestias extiende unos de sus asquerosos tentáculos y atrapa a uno de mis aviones como si fuera una mosca vagabunda. La fuerza del tentáculo entra en conflicto contra la potencia del motor, lo siento en mi propia carne. Mi avión ruge y quiere escapar, pero el vigoroso tentáculo no lo permite y lo oprime cada vez más hasta descoyuntar el aparato, y reducirlo a una pura ruina.


He perdido un avión, la munición se está agotando y esas bestias de largos brazos están demostrando para que sirven esas extensiones carnosas que les cuelgan como si fueran grandes látigos. ¿ Debo continuar el ametrallamiento o lanzar las bombas para provocar una destrucción mucho mayor?


Todavía quedan balas, y tengo ganas de vengar el avión que me han derribado de manera tan artera. Y esta vez yo mismo participaré con mi aparato en las pasadas de ataque. Los alemanes advierten que los aviones  retoman la ofensiva, y se parapetan detrás de la jaula donde habían encerrado a los hombres desnudos que asesine sin querer. El oficial que mencione antes vuelve a oprimir las teclas de su aparato con más énfasis y las bestias de brazos tentaculares vuelven sus cabezas hacia el cielo esperando mientras sus grandes ojos parecen bailotear dentro de sus cuencas.


He decidido encabezar el ataque y apunto mi ametralladora contra aquel oficial, ya no me cabe duda de que manipula una máquina capaz de manipular a esas horribles bestias verdes, Si lo mato conseguiré una victoria moral  sobre los alemanes que todavía resisten y restañare el honor inglés..


Las abominables bestias parecen disponerse también para la batalla y principian a desplegar sus pulsátiles extremidades. No me preocupo, he decidido que el resto de mi escuadrilla se ocupe de ellos.


Mi dedo casi está sobre el gatillo, la rafaga multifuego brotará pronto y libraré a Inglaterra del vándalo que ha osado invadirla, siento como el viento choca frontalmente contra mi cara semi descubierta mientras ruge a plena potencia y mi dedo ha liberado la furia de las balas, y esa cancion mortal  parece instalarme en la gloria, sin embargo algo detiene a mi máquina en mitad del aire.


Seis tentáculos verdes se han enlazado alrededor del fuselaje de mi De Havilland  y loa sacuden con fuerza fracturandolo  por todas partes, la cola, el motor y las alas se desprenden dejándome sentado en medio de una carlinga desde la cual ya no puede controlarse absolutamente nada. Los soldados tocados con  pickelhaubes se acercan blandiendo sus máuseres. Me he convertido en prisionero del tirano que vine a vencer.

































Bristol en la Batalla de Chulmleigh.

    1-Anhelo de muerte.   George Rogers quería matar soldados ingleses.   Era un deseo primitivo y bestial, era como si hubiera nacido odi...