sábado, 15 de febrero de 2020

VICTORIA SOBRE LOS ACANTILADOS DE DOVER.

Petrogrado ardió por los cuatro costados, como una vasta pira funeraria, que anunciaba al mundo la  espantosa muerte de dos millones de rusos junto a la regia persona de su soberano, quien pereció calcinado entre las paredes del Palacio de Invierno, poniendo al Imperio ruso contra las cuerdas y  demostrando a toda Europa el desmedido apetito de victoria que alienta cada uno de los actos del Kaiser.


Aunque pareciera  increíble que un solo avión y una sola bomba fueran los causantes de semejante catástrofe, el suceso era cierto y significaba que  las Fliegertruppen del Kaiser  podían golpear de manera decidida el mismo corazón de Inglaterra, antes de ajustar cuentas  definitivas con Francia, su más enconado enemigo terrestre.

La terrible nueva provocó una oleada de pánico entre los lectores los periódicos franceses, belgas y neerlandeses, y como era de imaginar  la propagación de esta noticia no podía obviar las portadas del Daily Herald y otros tabloides ingleses , y más aún cuando nuestro valiente compatriota Sir George Summerscale consiguió escapar milagrosamente de los efectos de una que aquellas bombas arrojadas sobre  en un campo de batalla situado en la torturada geografía de la Prusia Oriental.


Mientras tanto, la inminente incursión alemana encontraba al Royal Flying  Corps totalmente inerme para contrarrestarla, pues el Corps todavía no disponía ni de aviones, ni de pilotos de caza entrenados para tripular estas novísimas aeronaves; pero el problema fue solucionado sobre la marcha por la oferta de poner a disposición de la defensa metropolitana a los modernos aviones de caza que Summerscale  había encargado a los talleres de la Boulton Paul, con el fin de renovar el parque aeronáutico que estaba basado en los hangares del destruído “Warspite


Para decirlo  en síntesis, sir George  en un arranque de absoluto patriotismo se ofreció a interceptar con su propio escuadrón de cazas  la incursión de bombardeo que la mente enfermiza del Kaiser había planificado para achicharrar Londres y a su propio primo el rey George dentro del palacio de Buckingham.  


Es más, la  imaginación popular considero a Sir George y a sus pilotos en como si fueran los protectores de la ciudad del Támesis ante una amenaza tan apocalíptica, y se convirtió en un artículo de fe profesar la firme creencia que esos cazas encargados a la fábrica de Boulton Poul, y las ametralladoras manufacturadas por la Vickers darían cuenta de cualquier cosa que los alemanes osaran poner en el cielo rumbo a Londres, puesto que la construcción de su nave nodriza: el Warspite 2 todavía demoraría un poco más que la de los monoplanos.


Al margen de  esto, para sir George  las verdaderas cartas del triunfo  estaban en los expertos pilotos que seguían su bandera, auténticos ases curtidos en los combates contra la aviación mercenaria que había  contratado el oro ruso para respaldar a su numeroso ejército de tierra el cual por ahora respeta un tenso armisticio después de los estragos ocasionados a Petrogrado por la bomba germana.


Ahora bien, ha pasado casi un mes desde este suceso, y los valientes aviadores comandados por sir George  han conjurado la amenaza alemana, haciendo realidad el rotundo titular que encabeza esta vibrante nota titulada: “Victoria sobre los acantilados de Dover”.

  La alegría de los londinenses es palmaria, pues se han salvado por un pelo de padecer las llamas del infierno en sus propias carnes; pero su curiosidad es igual de grande que su alegría y desean  desea saber qué sucedió durante la batalla, y nadie mejor que Sir George para relatar esta hazaña tan épica para nuestros fieles lectores.


“ Nuestros acuciosos espías en Berlín informaron oportunamente que el alto mando de las Fliegertruppen  habían dispuesto el traslado de cinco  escuadrillas de R-planes   (aviones gigantes)  los cuales despegaron de Tempelhof rumbo al puerto de Hamburgo. En total veinte R-planes  arribaron al aeropuerto de la antigua  ciudad hanseática para participar de la operación que pretendía borrar del mapa a nuestra querida City


“ En aquel aeródromo , los aviones recibieron las bombas, la munición y sobre todo el combustible que les permitiría tener la autonomía para afrontar las diez horas de vuelo que median  entre ambas ciudades, y quedaron listos para emprender la misión que según los cálculos del Kaiser pondría a Inglaterra de hinojos, y todo sin la canónica declaración de guerra que se estila entre las nacracionesiones civilizadas”


“ El Royal Flying Corps nos prestó el aeródromo de Biggin Hill, situada al sur de Londres,  como base de operaciones para que nuestros veinticinco monoplanos Boulton Paul, se dispusieran  a atacar a los gigantescos triplanos germanos apenas estos abandonaran  el espacio aéreo neerlandés y empezaran a sobrevolar las aguas del Mar del Norte”


“ Y eso lo sabíamos gracias a un supersensible aparato eléctrico instalado en un destructor de la Royal Navy, capaz de detectar las vibraciones que emitían los motores que propulsaban a los triplanos enemigos, un mecanismo similar al que usado por nuestros agentes en Alemania para informar sobre la ruta de autotraslado de los bombarderos”


“ Nuestras escuadrillas de monoplanos despegaron de Biggin Hill en medio de la algarabía del personal de tierra, quienes confiaban haber hecho un buen trabajo probando el mecanismo de sincronización de las ametralladoras Vickers , y almacenando la munición que tales armas disparaban en las tolvas correspondientes”


“Gracias a la transmisiones emitidas desde el destructor pudimos saber que la formación alemana  se encontraba a pocos kilómetros de Dover, es decir que le faltaba muy poco para volar sobre cielo inglés, y eso era algo que nuestro patriotismo y afán de supervivencia nos impedía permitir. Los enormes triplanos tenían que ser abatidos sin misericordia sobre el Mar del Norte, pues seguían las órdenes de un Kaiser inhumano y fratricida, y además portaban armas terriblemente destructoras “


“ Mi avión rugía justo en el vértice de una letra uve invertida, a mi costado volaban tres aviones más cuyos motores también trabajaban a plena potencia y se dirigian para atacar la formación alemana por uno de sus flancos.  Vimos la enorme dimensión de los aparatos que nos disponíamos a derribar por el bien de Inglaterra y de toda Europa, y el entusiasmo de estas haciendo las cosas bien nació en el corazón de todos mis muchachos”


“ En ese instante advertí que si bien teníamos enfrente a una formación de aviones R, estos no eran precisamente los que teníamos que derribar, se diferenciaban en un detalle importantísimo: no cargaban bombas y tenían un mayor número de ametralladoras distribuidas a lo largo de la célula, las cuales  abrieron fuego apenas establecido el contacto visual con nuestros cazas: eran verdaderas fortalezas volantes destinadas a proteger a los auténticos bombarderos”


“ Enfoque la mira de mi Vickers sobre uno de los motores montados sobre el plano intermedio de la “fortaleza” enemiga, estaba justo a tres mil metros de distancia  del monstruo, casi podía distinguir el camuflaje hecho a base de rombos policromos que cubría el delgado fuselaje de la aeronave ; entonces apreté el gatillo  y las balas de mi Vickers partieron raudas a través del aire  con ganas de causar el mayor daño posible al motor que propulsaba a la máquina”


“Los casquillos de las balas ya disparadas se derramaron como una cascada acerada hacia los costados del morro que contenía el motor de mi monoplano de cabina abierta, y deje de presionar el gatillo para no desperdiciar disparos. En ese momento advertí que una estela de humo negro brotaba de aquel motor, lo cual indicaba que  mis disparos habían hecho blanco; inmediatamente el inmenso triplano empezó a perder altura pero siguió volando, dejando un hueco en la formación defensiva que cubría los flancos de los bombarderos”


  “ En eso uno de mis pilotos, el joven Anthony Sandridge decidió cubrirse de gloria, y siguió el descenso del triplano herido, decidido a rematarlo con la potencia de su rabiosa Vickers, por todo eso su monoplano Boulton Paul cargó contra los motores de estribor del gigantesco avión alemán que poco a poco ya se acercaba al mar”


“ Para su mala suerte las Spandau   que cubrían ese sector del avión no estaban de acuerdo con tal designio negativo, y abrieron fuego acribillando al temerario piloto en que había pretendido firmar la destrucción de aquel enorme aparato ya tocado por mis balas. En instante ví una segunda estela de humo negro que se entrevero con la que brotaba del avión gigante por un rato; mientras el caza de Sandridge,  giraba sobre su propio eje con su piloto ya muerto camino a estrellarse con el mar”


“ A pesar de su estupidez decidí homenajear al muchacho, llevándome  el canto de la mano a la frente para hacer un breve saludo antes de proseguir el combate !Pobre Anthony ! extrañaremos  mucho sus bromas en la cervecería.”


“ No había más tiempo que perder, y menos por un insensato como Sandridge; el combate proseguía  y ambos bandos daban y recibían a partes iguales; y si bien habíamos conseguido abatir ocho “fortalezas” enemigas  a cambio de quince aviones nuestros, obligando a los alemanes a reconfigurar la posición defensiva de las mismas, ninguno de nuestras arremetidas había conseguido tocar los triplanos que si cargaban aquellas bombas tan letales”

“ Habíamos perdido más de la mitad de nuestros efectivos intentando vulnerar las paredes del “cuadro” que protegía al núcleo de la formación , y me quedaban diez aviones exactamente para llevar la misión a buen puerto. La munición se nos agotaba y también el tiempo, pues ahora estábamos tan cerca de Dover que podíamos divisar la albura de sus acantilados”


“Pensé con toda la rapidez que exigía la situación. Mi posición era desesperada y tenía que hacer un movimiento audaz que me otorgara la ventaja que tanto había perseguido, y que ahora parecía esquiva. Alce la mirada y vi un montón de nubes arracimadas por encima de los bombarderos alemanes que pretendiamos destruir . La presencia de aquellos copitos de algodón gaseosos me dio una idea que si funcionaba nos daría la victoria que soñabamos nosotros y todos los londinenses”.


“ Encendí la radio de a bordo, y comuniqué a mis pilotos la orden de ganar altura, en los altímetros de nuestros aviones se registró la subida, y en unos minutos la escuadrilla que seguía mis órdenes estaba situada varios metros por encima de los bombarderos germanos, lejos del alcance de las Spandau encargadas de protegerlos”


“Por un momento mis cazas atravesaron la capa nubosa que pendía sobre los grandes triplanos rivales, quedamos rodeados por breves jirones de niebla multicolor que refractaban la luz del sol que estaba detrás, y durante unos minutos volamos ocultos dentro de esas nubes, y paralelamente a los aviones alemanes. La señal para volver a la carga sería cuando estuviéramos volando sobre los acantilados de Dover, entonces sería el momento de emplear  un arma mucho más insidiosa que los proyectiles de las Vickers que llevábamos a bordo”


“ El scout lanzado por la catapulta del destructor de la Navy nos transmitió un mensaje avisandonos que los alemanes ya volaban sobre el lugar antes indicado; el momento de salir de las nubes había llegado. Y aparecimos sobre las cabezas de los artilleros alemanes como si fuéramos verdaderos demonios del aire,  otra vez aquellos hombres echaron mano de sus ametralladoras y volvieron a disparar sobre nosotros confiando en matarnos en la carlinga o en acertar sobre algún depósito de combustible para incendiar al aparato”


“  A continuación accione una pequeña palanquita de mi tablero de control, y liberé una lluvia de púas de metal que cayeron sobre los alemanes como las flechas que oscurecieron el sol para los espartanos, allá en las Termópilas.  Mi ejemplo fue seguido por el resto del escuadrón, y las flechettes atravesaron no solo los cuerpos de aquellos infelices dejandolos como unos esperpénticos émulos de San Sebastián;  sino también el revestimiento de tela de aquella máquina tan frágil como aparatosa que ahora navegaba sin rumbo camino a su perdición, junto con las malditas bombas que transportaban”.


Nuestro tiempo con Sir George ha concluido, y el héroe de toda Inglaterra debe irse para conferencias con otros medios, a quienes le dará una versión más resumida de la hazaña que han conseguido él y sus valientes pilotos.






















3 comentarios:

  1. ¡Emocionante! Se notan tu conocimiento y tu pasión por la historia, que tan bien sabes combinar con la ficción.

    ResponderEliminar
  2. La narración es fluida y está bien documentada. Es un relato corto y tampoco se le puede pedir mucho más. Si te gusta la temática, prueba con algo más largo, donde puedas desarrollar los personajes e introducir diálogos, que siempre contribuyen a aumentar la dosis de épica y enfatizar los sentimientos. Animo, y suerte.

    ResponderEliminar
  3. Muchas gracias Natalia y Emilio por sus comentarios.

    ResponderEliminar

Bristol en la Batalla de Chulmleigh.

    1-Anhelo de muerte.   George Rogers quería matar soldados ingleses.   Era un deseo primitivo y bestial, era como si hubiera nacido odi...