lunes, 20 de enero de 2020

LA CASA DE LAS DOS PUERTAS 6

6. El adonis negro levanta cabeza.
Por supuesto que el viejo gritó mucho mientras las moléculas de Jazael se comían su carne y despedazaban sus órganos internos a placer, pero eso formaba parte del espectáculo, de la diversión que implicaba contemplar la disgregación de aquel achacoso conglomerado de organismos que era su padre: don Artemio era un ser frágil, casi en el umbral de la muerte , y por ende inapto para la vida cuya fláccida carne podía servir para alimentar a un ser mucho más joven y competente que de ese modo asimilar toda la energía atrapada dentro de un ser vetusto, ahora estremecido por los aquellas bocas ansiosas que  roían una osamenta maltrecha, cubierta de harapos, pedazos de carne arrancada, e hilillos de sangre embadurnando todo.
Cuando aquellos fragmentos de materia  aplacaron su hambre volvieron a sentir la necesidad de congregarse en aquel ser único que usaba el nombre de Jazael, y reaccionaron a ese estímulo, discurriendo hacia el suelo  y dando vueltas alrededor de su víctima más reciente como los grandes brazos espirales de la galaxia que cobija a la Tierra, antes de empezar el proceso de ensamble que volvería a configurarse en un hombre mucho más grande y fuerte del que había saltado al vacío. Jazael era ahora un bello adonis negro que se levantaba del suelo, para exhibir la plenitud de su desnudez ante la arrobada mirada de Elsa, su próxima concubina.








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